Guadalupe Ortiz de Landázuri: La Vocación Docente como Camino de Servicio

Por:. Carlos Beraún Di Tolla

Carlos Manuel Beraún Di Tolla
5 min readJan 12, 2025

Todos tenemos al menos un modelo, un mentor ideal que nos inspira a ser mejores. En mi caso, encontré a mi mentora durante mi etapa como docente universitario: una Doctora en Química que superó con creces las expectativas impuestas a las mujeres de su tiempo. Poseía un carácter indomable, una inteligencia asombrosa y un espíritu científico que nunca opacó su inmensa e increíble fe.

Guadalupe Ortiz de Landázuri Asumió su fe con la misma pasión con la que asumió la ciencia.

En el ámbito académico español del siglo XX, emerge la figura inspiradora de Guadalupe Ortiz de Landázuri, una mujer que transformó la docencia universitaria en un verdadero apostolado de servicio y dedicación. Su trayectoria como doctora en Ciencias Químicas y catedrática no solo dejó una huella indeleble en la educación superior, sino que también demostró cómo la vocación docente, impulsada por una fe inquebrantable, puede convertirse en un potente motor de cambio social.

Una Vocación Forjada en la Adversidad

Nacida en Madrid en 1916, Guadalupe enfrentó desde temprano los desafíos de ser una de las pocas mujeres en el campo de las ciencias. La pérdida de su padre durante la Guerra Civil, lejos de quebrantar su espíritu, fortaleció su determinación de servir a través de la educación. Su formación en Ciencias Químicas en la Universidad Central de Madrid se convirtió en el cimiento de lo que sería una vida dedicada a la enseñanza y la investigación.

Guadalupe una mujer que vence tres veces la adversidad, Perdón el asesinato de su padre, Siendo mujer estudia química en la Universidad, Y se consagra completamente a Dios.

El Perdón como Acto de Liberación

El 8 de septiembre de 1936, el padre de Guadalupe fue fusilado en la Cárcel Modelo de Madrid. Esta pérdida devastadora, en lugar de sembrar odio en su corazón, la llevó a una comprensión más profunda del perdón y la reconciliación. Transformó su dolor en un impulso para servir a los demás, convirtiendo la tragedia personal en semilla de esperanza.

Pionera en un Mundo de Hombres

En una época donde las mujeres raramente accedían a la educación superior, Guadalupe desafió las convenciones sociales. No solo ingresó a la Universidad Central de Madrid para estudiar Química, sino que destacó académicamente, culminando con un doctorado en Ciencias Químicas y la obtención de la cátedra en la Escuela de Maestría Industrial. Su éxito abrió caminos para generaciones de mujeres en el campo científico.

La Cátedra como Plataforma de Transformación

Como catedrática, Guadalupe no se limitó a transmitir conocimientos técnicos. Su aproximación a la docencia integraba una visión holística de la educación, donde cada clase era una oportunidad para formar no solo profesionales competentes, sino también personas íntegras. Su labor en el Liceo Francés y posteriormente en la Escuela Femenina de Maestría Industrial ejemplificó cómo la excelencia académica puede conjugarse con una profunda preocupación por el desarrollo integral de los estudiantes.

La cátedra el servicio es bien común.

Investigación al Servicio del Bien Común

Su tesis doctoral sobre “Refractarios aislantes en cenizas de cascarilla de arroz”, coronada con sobresaliente cum laude, reflejó su compromiso con una investigación orientada a resolver problemas prácticos de la sociedad. Como subdirectora y profesora en el Centro de Estudios e Investigación de Ciencias Domésticas (CEICID), Guadalupe demostró que la investigación científica puede y debe estar al servicio del bienestar común.

Un Legado de Fe y Ciencia

La singularidad de Guadalupe radica en su capacidad para integrar armónicamente fe y razón, ciencia y espiritualidad. Su convicción de que cada acción cotidiana podía transformarse en un acto de servicio divino permeaba su labor docente, investigadora y administrativa. Esta visión integral le permitió trascender las limitaciones de su época y convertirse en referente para generaciones de educadores y científicos de fe.

Trascendencia más allá del Aula

El impacto de su labor trasciende el ámbito académico. Su beatificación en 2019 y su designación como patrona de instituciones educativas y profesionales, como la EFA Valdemilanos y el Ilustre Colegio Oficial de Químicos de Madrid, confirman que su modelo de docencia, basado en la excelencia académica y el servicio desinteresado, continúa inspirando a educadores y profesionales en el siglo XXI.

El Modelo Docente de Guadalupe

La aproximación pedagógica de Guadalupe se distinguía por varios elementos clave:

  • La búsqueda constante de la excelencia académica sin perder de vista la formación humana integral
  • La integración de la investigación científica con las necesidades sociales concretas
  • El acompañamiento personalizado a cada estudiante, reconociendo su dignidad y potencial único
  • La coherencia entre sus convicciones personales y su práctica profesional
  • La capacidad de ver en cada desafío una oportunidad para el crecimiento y el servicio

En un mundo académico cada vez más tecnificado y especializado, el ejemplo de Guadalupe Ortiz de Landázuri nos recuerda que la verdadera educación universitaria trasciende la mera transmisión de conocimientos. Su legado nos invita a redescubrir la docencia como una vocación de servicio que, alimentada por convicciones profundas y ejercida con dedicación incansable, puede transformar la sociedad desde las aulas universitarias.

Su vida nos demuestra que la excelencia académica y la profundidad espiritual no son dimensiones contrapuestas, sino complementarias en la formación integral de las personas. El modelo docente de Guadalupe, basado en la convicción de que cada acto educativo es una oportunidad para servir y elevar a los demás, mantiene su vigencia y relevancia en la educación superior contemporánea.

Referencias

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Cervilla, P. (2019, 19 de mayo). Beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri: «Ya era hora de que una mujer tan guay subiera a los altares». ABC.

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Rodríguez de Rivera, A. (2019, abril). Guadalupe Ortiz de Landázuri: La santidad en una existencia ordinaria. Revista Palabra, 676–677, 14–19.

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