El alquimista interior

Carlos Manuel Beraún Di Tolla
2 min readOct 29, 2024

--

Por:. Carlos Beraún Di Tolla

I.
En la pérdida, hallé ganancias silenciosas,
como el río que, al secarse, descubre nuevas tierras.
Cuando todo lo conocido se desvaneció sin razón,
el despertar me reveló una verdad luminosa:
la semilla de mi transformación dormía en mí,
esperando el momento justo para florecer.

II.
Las palabras que guardé,
la energía que perdí en sombras esquivas,
regresaron a mí como un río desbordado.
No eran lágrimas, sino aguas vivas,
que trajeron consigo nuevos bríos,
fortaleza y un canto que renace en mi pecho.
Nada se perdió;
todo se transformó en la savia que alimenta mi ser.

III.
Hoy redescubro mil senderos por andar,
libros que susurran secretos al oído,
canciones que bailan en el viento,
almas que esperan ser abrazadas,
y horizontes que se abren como flores al sol.
Cada paso es una conversión,
una alquimia que transforma lo que fui
en lo que estoy destinado a ser:
algo más grande, algo eterno.

IV.
¿Qué importa el vacío que dejó la partida?
Agradezco lo que fue como un regalo,
una oportunidad para crecer.
Cada día me reinventó,
resurgiendo como el sol tras la noche,
meditando en la quietud de mi ser,
fortaleciéndome en la claridad de mi destino.
El vacío no es ausencia;
es el espacio donde el universo conspira
para llenarme de luz.

V.
En mi vida, no hay tiempo perdido.
Si alguna vez compartí algo hermoso,
recuerda que fue el otro quien eligió no seguir.
Dejó atrás lo que podía ofrecer,
pero esa belleza no se perdió con él.
Floreció en mí, multiplicándose,
convirtiéndose en la fuerza que me impulsa a renacer.

VI.
Lo que creí perdido
floreció en mi interior, esperando despertar:
la fuerza de mi propia esencia.
La misma fortaleza con la que soporté el desprecio
es la que hoy me impulsa a renacer,
a seguir, a reinventarme hacia adelante.
El dolor no fue en vano;
fue el crisol donde se forjó mi nueva esencia.

VII.
Hoy siento la plenitud de estar completo,
consciente y agradecido con el universo.
Aunque recién reconocí la pérdida en la partida,
hoy renazco con más claridad,
con más autoconciencia del valor de mi destino.
Estoy escribiendo este capítulo de mi nueva historia,
un relato donde yo soy el alquimista,
el químico que convierte el plomo en oro,
el dolor en sabiduría,
y el pasado en un cimiento sólido
para construir un futuro infinito.

VIII.
Este es el verso de la conversión,
el canto que celebra la transformación.
No soy lo que fui,
ni siquiera lo que ahora soy.
Soy lo que estoy destinado a ser:
algo mejor, algo más grande,
algo que trasciende en el tiempo y espacio.
Y en esta alquimia interior,
en este mistica de mi conversión,
encuentro la verdadera del renacimiento:
uno nunca es el mismo, cuando ha trascendido,
en un camino eterno.

--

--

No responses yet