Soltar, fluir y dejar ir
Guarda silencio, y despierta en el latido eterno,
donde el cosmos danza su tejido infinito,
y la llama sagrada del Gran Nombre
esculpe con luz lo que aún no comprendes.
Si amaste con el fuego de tu alma y hallaste traición,
no fuiste tú quien perdió,
pues el amor verdadero, en su pureza intacta,
no conoce derrota, solo transformaciones sutiles.
Si diste tu todo o solo una chispa de vida,
deja que el tiempo, sabio alquimista,
traiga la cosecha en el momento perfecto,
en el rincón exacto del universo donde florecen los destinos.
No apresures el pulso de las estrellas,
ni fuerces el camino que sólo el silencio endereza.
No cargues con la urgencia de ganar cada batalla,
ni entregues tu luz a guerras que no nacen de ti.
El silencio no es derrota, es redención,
es el eco sereno de un alma que confía en lo invisible.
Deja que la verdad, como un río oculto,
emerge en su curso natural,
rompiendo las rocas, desbordando las sombras.
No retengas lo que busca partir,
ni luches contra la corriente que siempre sabe a dónde va.
Suelta, aléjate, porque allí no yace tu esencia.
El destino, que siempre susurra su sabiduría,
te lleva a mares tranquilos donde tu ser renace.
Si enfrentaste el dolor con nobleza,
bendice la herida que abrió tus ojos
y te mostró el resplandor oculto tras las máscaras.
Guarda silencio, eleva tu canto hacia el cielo,
y contempla cómo el equilibrio celestial se revela.
No todo necesita de tus manos,
ni todo exige el sonido de tu voz.
El acto supremo es soltar, es fluir,
es permitir que el río del infinito
encuentre su camino sin cadenas.
Porque al final,
la verdad no requiere guardianes, solo espera su hora,
como la semilla que rompe la tierra en busca del sol.
Y tú, en la quietud del ahora eterno,
presenciarás el milagro del caos hecho armonía,
el instante en que todo encuentra su lugar
en la sinfonía cósmica de la creación.
Guarda silencio, camina con la gracia del viento,
porque el destino, como un faro en la niebla,
te guía hacia el puerto que lleva tu nombre.
Y allí, en el resplandor de lo infinito,
hallarás la paz que siempre fue tuya,
la verdad que aguardaba en tu interior,
y la libertad suprema de quien ha aprendido a soltar.